Se
dice que los cómics revelan las preocupaciones populares de nuestro tiempo. En
los cuarentas los enemigos eran alemanes; en los sesentas y setentas, rusos; en
los ochentas las amenazas nucleares; en nuestros días somos nosotros mismos y
nuestra arrogancia tecnológica. El equipo de artistas a cargo de The New 52: Futures End pretenden mostrarnos
una vez más los peligros apocalípticos que podemos desatar debido al exceso de
confianza en nuestro desarrollo tecnológico, guiado por añejas ideologías en
las que todavía podemos atisbar rasgos de los totalitarismos del siglo XX.
Los
escritores Brian Azzarello, Jeff Lemire, Dan Jurgens y Keith Giffen nos ofrecen
una intrincada trama que gira alrededor de cuatro personajes menores del
universo DC. Quizás éste sea el atractivo principal en esta gigantesca serie de
once meses de duración; especialmente porque uno de los protagonistas es un
héroe nacido en WildStorm. También
llama la atención la nueva manera en la que DC concibe sus ya tradicionales
eventos anuales: con tantos títulos en circulación –muchos de los cuales aún no
sabemos cómo es que se siguen publicando- la compañía norteamericana ha optado
por crear series semanales cada vez más largas que en uno o dos momentos tocan
tangencialmente la totalidad de sus publicaciones.
Uno
de los momentos más reveladores de esta serie hasta ahora ocurre en las páginas
2 y 3 del número cinco, en donde Mr. Terrific hace un anuncio espectacular que,
sólo podemos suponer, desembocará en la catástrofe apocalíptica auspiciada por
la tecnología que se ha venido anunciando con cada vez más fuerza desde la
década de los ochentas. Me parece que, siendo un cómic de superhéroes, la
postura más humanizante de Mr. Terrific como la contraparte individualista y “con
propósito humanista” a las proliferantes ligas de la justicia y superequipos,
marca el punto de tensión máxima en la primera parte de esta historia.
El
equipo de arte, conformado por Patrick Zircher, Jesús Merino y Dan Green, Ethan
Van Sciver, Aaron Lopresti y Art Thibert, Dan Jurgens y Mark Irwin, han sido
consistentes hasta ahora, en los primeros 6 números, en donde definitivamente
se nota la coherencia creada por la mano de Keith Giffen como consultor
artístico y por los colores de Hi-Fi. Esta coherencia visual se agradece sobre
todo porque los primeros 5 números funcionan básicamente como la presentación
de la historia, y de no ser por esta visión coherente y moderada de las
decisiones editoriales, los lectores habríamos abandonado la serie tan pronto
como el segundo número.
El
principal problema en este evento masivo de DC es que no se sostiene sin el
número cero, aparecido en el free comic
book day. Si uno, habiendo obviado este título a principios de mayo, quiere
ingresar a la historia simplemente le resulta incoherente, lenta y
devastadoramente dispersa. Es la promesa contenida en ese número cero la que ha
mantenido y mantendrá la atención fija en estos once meses. Hasta ahora, fuera
de la muerte de un personaje en el primer número (muerte que, por otro lado,
parece haber sido desperdiciada y cuyas resonancias parecen ser anodinas en
este futuro propuesto), no ha habido mayor intensidad en la historia que, a
pesar de tener un paso adecuado al número de páginas que la conformarán
(alrededor de 1000), podría llegar a desesperar al lector.
Hasta
el próximo desquebrajado y peligroso futuro, old sports!
-The
Great Gatsby