jueves, 29 de mayo de 2014

The Superior Spider-man: ¿Finale?


La vuelta de tuerca más arriesgada y prometedora de Marvel Cómics llega a su final. Ya en una reseña anterior acerca de los primeros 22 números de esta serie habíamos planteado transitoriedad de este personaje Superior. Lo que poníamos en duda era el tiempo que lo tendríamos recorriendo las calles del Nueva York del mundo Marvel. Debo decir que, aún con todas las críticas y las voces de muchos fanáticos clásicos en contra, Dan Slott logró hacer un trabajo superior con Spiderman durante este año y meses que duró el proyecto.

Y aunque quisiéramos encumbrar a Slott por este esfuerzo coherente que no habíamos visto en mucho tiempo en las páginas de los cómics de Marvel, debo decir que su afición por crear ejércitos que, en última instancia serán curados por nanobots, lo traiciona y se ha vuelto ya un lugar común en su escritura, al menos en este título. Se agradece, sin embargo, que en el último arco de historia, Goblin Nation, que comprende los números 27-31, no haya mayor énfasis en la creación y transformación de los neo yorkinos en goblins, porque, aceptémoslo, después de haber tenido poderes arácnidos, de haber sido transformados en lagartijas y no recuerdo qué tantas cosas más, ya era justo y necesario que Slott los dejara en paz al menos por un rato.

Pero no me malentiendan, el “final” de esta serie no carece de cierta extravagancia y de un tono épico digno de un sacrificio tan noble por parte del Superior como sólo pueden hacer los superhéroes. Claro que hay muchos cabos sueltos y que vamos a extrañar la pomposa y aberrante manera de hablar de Otto en la voz de Peter. Pero sospecho que no es la última vez que leeremos, oiremos o veremos a alguna de las formas del Dock en el siguiente reinicio del Amazing. Lo importante por ahora es el juego entre las formas que nos ofrece este último arco de historia: noten por favor que el equipo creativo no es el tradicional Ramos-Olazaba-Delgado, sino el equipo alternativo Gage-Camuncoli-Dell-Fabela (guión, lápices, tintas, color).

The Superior Spider-Man #31 (detalle de interiores). Historia: Christos Gage. Lápices: Guiseppe Camuncoli. Tintas: John Dell y Terry Pallot. Color: Antonio Fabela

Y parece que este cambio funciona de maravilla con el tono de la historia. Desde mi punto de vista, el trazo de Camuncoli es más compatible con los recuerdos que Peter halla en el Mindscape, recuerdos que nos hacen pensar en las primeras décadas del arácnido. Y si ustedes, como yo, se preguntaban por qué no todo Nueva York se convirtió en goblin, es porque el guión de las partes finales (parte 3, 4 y 5) corrió a cargo de Christos Gage, quien enfatiza ese primer tono explicativo del Superior que, en algún momento de su furia vesánica se le había escapado a Slott. Por otra parte, las tintas de John Dell y Terry Pallot, aunadas a los colores de Antonio Fabela, le imprimen a este arco el ambiente necesario para celebrar el regreso del Amazing.

Antes de terminar quisiera dedicarle un pensamiento al arco previo al final, Darkest hours, que comprenden Superior Spider-man 22-25. Noten que, como parte de este ciclo, Otto había sido expuesto a todas las experiencias de Spider-man excepto a una: la posesión del simbionte Venom. Slott lo explora simplemente con una pincelada de tres números; pero se agradece que no haya dedicado más espacio para la tragedia. Agradezcan a Flash Thompson la brevedad del paréntesis. Y esperemos que, donde quiera que haya quedado Otto dentro del Mindscape, la serie que sigue del Amazing nos traiga un Peter Parker evolucionado, tal como lo anuncian las reflexiones a las que nos exponen Slott y Gage en Superior  30 y 31.

Hasta las redes, old sports!

-The Great Gatsby



P.D. There is only so much a fan can take.


viernes, 16 de mayo de 2014

Batman Eternal: la reencarnación del mal


Cuando las grandes compañías de cómics, antes de la era digital, lanzaban un proyecto importante les tomaba alrededor de un año completar el producto. Así fue como conocimos Watchmen, Secret Wars, e incluso, más recientemente Batman: The Long Halloween, o Batman: Hush. Pero las exigencias mercadológicas y la vastedad de la oferta han hecho que estas mismas compañías generen la necesidad de la demanda. Por ello, ahora tenemos una andanada apabullante de títulos mensuales, quincenales, y hasta series especiales de publicación semanal. Entre estas últimas se encuentra Batman Eternal.

La historia es bastante codiciable: cinco años han pasado desde que instalaron al Jim Gordon del universo New 52 en la comisaría de Gotham City. Cinco años desde el Zero Year. Y de pronto, una fuerza del destino (bueno, más que una fuerza, un hombre; quizás el hombre más temible del universo DC después del mismísimo Batman) hace que todo lo que el dúo dinámico Batman-Gordon han construido se venga abajo. En este escenario apocalíptico se nota claramente la mano de Scott Snyder. Pero también llega para sorprendernos James Tynion IV, a quien ya le conocíamos pequeños entremeses pero nunca nada de esta envergadura.

Llama la atención el número de personas involucradas en este proyecto. Aunque Scott Snyder y James Tynion IV figuran como los responsables de la historia y de los guiones de algunos números, también están en el proyecto Ray Fawkes, Tim Seeley, y John Layman. De las seis entregas que hemos recibido hasta ahora, sin embargo, no todas son buenas. Y esto no se debe a que la historia carezca de interés, pero sospecho que es resultado de las decisiones editoriales de Katie Kubert y Mark Doyle.

Verán, el número 4, por ejemplo, resalta en el conjunto por dos razones: en primer lugar veníamos de un constante trabajo en el color narrativo apocalíptico con Snyder y Tynion, apoyados por el arte de Jason Fabok, así que la historia tenía consistencia estilística, y de repente cambiamos a un guión de John Layman con los lápices más esquemáticos de Dustin Nguyen que nos provocan un color narrativo cotidiano e intimista que desbalancea la historia; en segundo lugar, esta entrega se siente más bien como un tie-in en donde los editores colocaron todos los pedazos de historia que eran puentes entre las partes importantes y las mezclaron al vapor dando por resultado un trabajo irregular que no se sostiene con el resto de la saga. Afortunadamente los guiones de Tynion IV y Ray Fawkes en las entregas 5 y 6 logran retomar el tono inicial de la serie, pero sospecho que a muchos lectores les causará suspicacia en adelante esta entrega semanal.

Batman Eternal #4. Páginas 4-5. Lápices: Dustin Nguyen. Tinta: Derek Fridolfs. Colores: John Kalisz

En cuanto al arte visual, definitivamente mis lápices y tintas preferidos son los de Jason Fabok, aunque Andy Clarke y Trevor McCarthy también hacen un gran trabajo. En el color, tenemos a Brad Anderson trabajando codo a codo con Fabok, a Blond con Clarke, y a Guy Major con McCarthy. Cada equipo adopta su matiz especial, pero en general existe una coherencia entre los trazos y paletas de todos ellos. Me parece que los lápices de Nguyen, las tintas de Derek Fridolfs y los colores de John Kalisz habrían brillado mejor si de verdad se les hubiera abierto un paréntesis narrativo en donde encajara mejor su estilo.

Batman Eternal #1. Página 1. Artista: Jason Fabok. Colores: Brad Anderson

Por otro lado, todavía queda mucho por ver de esta serie. No me mal entiendan, creo que es una historia valiosa y que nos presenta a la familia Batman (incluyendo a los Gordon) en su interacción con un mundo que podríamos identificar como muy semejante al nuestro, en donde poder político y corrupción son sinónimos; en donde magia y avances científicos son indistinguibles; y en donde no caben los vigilantes enmascarados. Y aunque para ser La Serie del 75 aniversario de Batman, la premura con la que la están editando deja mucho que desear, vale la pena guardarle un lugar en el escaparate. Esperemos que los cabos sueltos del mundo editorial no afecten esta prestidigitación fabulosa encaminada a la depuración del mito remasterizado del hombre murciélago.

Hasta la siguiente batiserie, old sports!

-The Great Gatsby

jueves, 1 de mayo de 2014

Thief of thieves: ladrón que roba a ladrón


Entre las características del idioma hebreo se encuentra que la expresión del superlativo debe hacerse reduplicando la expresión en cuestión. Es quizás este rasgo gramatical el que más se ha extendido a las lenguas de occidente por influencia del texto bíblico. Así, en español hablamos del “superlativo hebreo” cuando nos encontramos formas del tipo ‘el cantar de los cantares’ o ‘el rey de reyes’.  Al parecer el recurso también ha pasado al inglés. Y de este calco de estructuras lingüísticas en la lengua sajona no nos dio noticia una gramática de aquella lengua, sino el cómic de Kirkman, Thief of thieves. Pero esta no es una historia de patriarcas judíos ni de moral inflexible. Se trata del mejor ladrón del mundo haciendo lo que el mejor ladrón del mundo no querría hacer.

En el primer volumen recopilatorio de esta historia, encontramos a su protagonista, Conrad Paulson mejor conocido como Redmond, el mejor ladrón de todos los tiempos, en una encrucijada. Tratando de cambiar el rumbo de su vida, las opciones parecen agotársele y cuando piensa que es posible salir del infame ciclo de vicio y corrupción en el que se encuentra ahogado, el irremisible destino hace su aparición para llevarlo de nuevo al principio. Cuando leí este primer arco de historia, tuve la sensación de que Robert Kirkman y Nick Spencer nos ofrecen una narración que semeja mucho la narrativa de la televisión. Haciendo un poco de investigación encontré que la idea para este cómic surgió precisamente como un experimento después de haber comenzado la producción de la serie televisiva de The Walking Dead.  

El arte corrió a cargo de Shawn Martinbrough, quien tiene una clara preferencia por las líneas gruesas y consistentes. Este tipo de trazo le permite jugar con las sombras de manera que cuando el cómic necesita alargar una escena, reducir el paso de la historia a favor de algún close up hiperdramático, la línea le aporta esa sensación de solidez que hace que caiga en el ojo como si se tratara de una ralentización del movimiento de la cámara. Por otro lado, el colorista Felix Serrano también usa algunos recursos interesantes para dar a entender esta variación de énfasis en los puntos clave de la historia. Se trata de un recurso que parece bien básico pero que a simple vista podría pasar desapercibido debido a la naturalidad con la que lo manipula a lo largo de las páginas: el juego con la luz, que hace parecer las formas un poco más tridimensionales. El recurso es usado sistematicamente por Serrano en todos los flashbacks que presenta la historia, pero también en cada uno de los paneles del presente narrativo en los que es necesario el énfasis.

El trabajo en las letras, a cargo de Rus Wooton, también es digno de mencionarse. En general el cómic se sostiene entre las imágenes y los diálogos. Pero de vez en vez el método narrativo necesita que se precise el lugar o el tiempo en el que sucedieron los hechos. Para ello, Wooton no utiliza ninguna marca sino un tipo de letra muy simétrica de exhibición, de manera que en sí misma llame la atención sin necesidad de enmarcarla en un recuadro narrativo. Además, las onomatopeyas propias de la acción en cada panel que así lo requiere son escritas directamente sobre la imagen, cuidando que no interfieran demasiado con el color o las líneas.

Thief of thieves # 4 página 6 (página 64 del TPB). Historia: Robert Kirkman. Escritor: Nick Spencer. Arte: Shawn Martinbrough. Color: Felix Serrano. Letras: Rus Wooton

En resumen, Thief of thieves tiene merecidamente ganado el puesto como una de las mejores series de los últimos años. Me refiero a que no solamente tiene una historia que interesa y atrapa (con datos útiles, verosímiles e inverosímiles, acerca de uno de los oficios más viejos de la humanidad), sino a que la conjunción de los talentos hace de este libro una lectura agradable y amena, con su consabida dosis de violencia y emoción, ambas características que no pueden faltar en un buen thriller.

Hasta el próximo tiempo robado, old sports!

-The Great Gatsby