jueves, 27 de febrero de 2014

Deadpool: Night of the living deadpool. El último chimichanga sobre la tierra


Hemos llegado ahora al final de nuestro Deadpool Month, y quisiera plantearles ahora una pregunta a propósito de los fines de ciclos: ¿Alguna vez se han imaginado lo que harían en caso de un apocalipsis zombi? Cierto gigante de la industria del cómic lleva diez años lucrando con nuestra paranoia acerca de uno de los escenarios posibles; pero por ahora esa historia no nos interesa. Lo que sí queremos escuchar es  la opinión de nuestro bienquerido  mercenario bocón, y al parecer todo se resume en los siguientes tres paneles:


 Figura 1: Night of the living Deadpool #1, página 9. Artista: Ramón Rosanas; Escritor: Cullen Bunn. 

Una vez más Cullen Bunn, el amo de las mini-series autoregenerativas, nos trae un estelar de Deadpool, justo a tiempo para no enloquecer con el nuevo “fresh start” de todo el universo Marvel apodado el all new marvel now (que ya dejó de ser novedad, es más… ya dejó de ser chistoso, y comienza a ser molesto).  Si es una burla directa de la serie de zombis que ha recolectado fans a diestra y siniestra por más de 10 años ya, lo dejo a la opinión del lector. Pero ya les he dado (en la Figura 1) una pequeña muestra del arte de interiores. Lo que todos ustedes deben saber acerca de esta nueva mini-serie es que Bunn explora el más serio de los escenarios en el que jamás habremos visto a Deadpool: el extraño e improbable caso de que el mercenario bocón sea el último superhéroe sobre la faz de la tierra.

De la mano de Ramón Rosanas, quien trabaja desde Barcelona no sólo para La casa de las ideas, sino para un montón de editoriales, agencias de publicidad y de corporaciones (la lista completa, aquí: http://ramonrosanas.com/about/), nos llega un Deadpool con un poco más de líneas de expresión en el rostro de lo que estamos acostumbrados. Se trata de un trabajo que no imita sino que actualiza la imagen del héroe negro y rojo en un entorno que hace una burla-homenaje a esa manera de ver a los zombis que se nos ha impuesto por los últimos años.

Se agradece, por ejemplo, el detalle visceral sin llegar a ser ofensivo o de mal gusto; las salpicaduras sanguinolentas en negro profundo; y los manchones de baba blanquecina en un mundo en escala de grises; que, coordinados con los comentarios al margen del mercenario bocón (al parecer sacados directamente del script burlón del escritor), nos hacen reflexionar acerca de los motivos que se van volviendo clásicos (por no decir clichés) en este tipo de series: el muscle car de los héroes de la resistencia, la villa inmaculada de los últimos hijos de la esperanza; los niños que, a través de su actitud guerrera provocan la ascensión del héroe a posición de semidiós tan sólo para hacerlo caer en la desesperanza cuando sucumben al virus letal… en fin, todos esos nuevos lugares comunes de las historias del apocalipsis que tanto amamos como fanáticos del cómic.

Eso sí, la historia vale la pena no solamente por el giro artístico en cuanto al trazo, la paleta de color (que no escoge a un deadpool totalmente rojo carmesí, sino más bien uno tendiente hacia el ocre rojizo-naranja), y el manejo del detalle visual, sino por los giros que va dando la historia en cada uno de los números publicados. Porque, no me van a decir que, terminando el número dos, ninguno de ustedes se sorprendió cuando las adorables viejecitas que encuentran a nuestro mercenario no resultan ser lo que pensábamos que serían.

Sin ánimos de arruinarles su lectura, me despido con una última advertencia: si ya va siendo hora de que Deadpool se tome en serio su papel de superhéroe quizás estamos anunciando el advenimiento del fin de la era de los cómics.

Hasta el siguiente apocalipsis zombi, old sports!

jueves, 20 de febrero de 2014

Deadpool kills Deadpool: Bocón alfa, mercenario omega… ¡¿Padre de todas las cosas?!


Al leer esta tercera mini-serie de matanzas multiversales uno comienza a preguntarse: ¿Todavía me divierto con este tipo, o ya resulta un exceso seguir permitiéndole a Cullen Bunn que me tome el pelo? Para todos ustedes, voyeuristas asiduos a la sangre y los malos chistes, les tengo una noticia: cuando ninguno de nosotros creía posible que Deadpool siguiera haciendo matazones a diestra y siniestra, el escritor señero de estas mini-series nos sorprende con una idea revolucionaria y hasta brillante por lo absurda. Así es, el libro explora la posibilidad de que Deadpool sea el origen de todas las cosas. Si no me creen, léanlo ustedes mismos: 

Página final de: Deadpool Kills Deadpool #1. Escritor: Cullen Bunn. Artista: Salva Espin. Colorista: Veronica Gandini. Letras: VC's Joe Sabino

Para aquellos que les interese saber de qué modo el cómic emula a la vida real, podemos enfatizar el hecho de que el artista de la serie, Salva(dor) Espin, sea español y la colorista Veronica Gandini, argentina. Y lo curioso es que si la serie habla de un montón de Deadpools organizados para acabar con los Deadpools de todo el multiverso… Deadpools que vienen en todas las formas (y en algunos colores), ¿qué les parecería la idea de que estos (y muchos otros) hispanos e hispanoamericanos se encontraran en una misión deadpooliana inundando el mundo del arte secuencial para arrebatárselo de las manos a los gringos?

Suena como a una de esas bonitas utopías que nos contaban los nacionalistas maestros de primaria, ¿no? ¡Lo mismo sucede con el tema de este cómic!; pero déjenme alabar al español por presentarnos tantas encarnaciones del mercenario bocón en excelentes términos, tomando en cuenta los detalles en el trazo, que siempre es ágil y apuesta por la expresión cinética del más puro estilo Marvel, con la consabida la destrucción que conlleva su tarea. Y permítanme alabar también a la argentina por saber equilibrar los rojos, sobre todo en el último numero de la serie, en donde disfrutamos de matanzas deadpoolicas en casi cada una de las páginas.

En suma, si alguno de ustedes creían que Cullen Bunn estaba drogado cuando escribió Deadpool Kills the Marvel Universe y Deadpool Killustrated, quizás esta nueva serie no venga sino a confirmar lo que ya se venía sospechando… que tenemos más de un Deadpool en escena. Y definitivamente no es nuestro viejo y querido Deadpool (ese de la tierra-616 a la que de cariño llamamos “Universo Marvel”). Se trata de un verdadero desquiciado que intenta redefinir la esencia misma del personaje. Claro que no al grado en que el Superior redefinió a Spiderman; pero se hace lo que se puede. La moraleja de esta historia es, que bien harían los gringos en darle su justo lugar a Deadpool dentro de la jerarquía marveliana, porque lo que es latinoamérica, ya quedó comprobadísimo que se la otorgó desde hace varios años.

Y si alguno de ustedes, fanpools, se perdió las otras dos miniseries de las que hablamos este mes, deberán conseguirlas para de verdad disfrutar esta tercera parte de lo que será una tetralogía… o pentalogía… o n-logía de matanzas multiversales. Pero créanme cuando les digo que, si después de leerla quisieran escupirme por recomendarles su lectura, tan sólo les dejo este pensamiento: si para ustedes la serie no vale por otra cosa, ¡valdrá al menos por ver a Lady Deadpool y a Pandapool en acción!

Así que, hasta la siguiente travesía multiversal, old sports!

-The Great Gatsby

jueves, 13 de febrero de 2014

Deadpool: (Classics) Killustrated. Sacrificar el universo de las ideas


Portada de Deadpool Killustrated #1 (2nd printing). Artista: Mike Del Mundo

Platón propuso, en el mito de la caverna, que para entender la realidad en la que vivimos debíamos remitirnos al mundo de las ideas, del cuál esta vida era mera sombra o copia imperfecta.  Más tarde, el griego desarrollaría una de las dos concepciones del arte que han guiado hasta hoy a muchos de nuestros escritores y artistas (La otra concepción es la aristotélica, pero esa no nos importa mucho por ahora). En ella el sentido de belleza es una de las manifestaciones de la divinidad, del mundo de las Ideas. Si a esto aunamos una controversia acerca de la fuerza y el origen de las palabras (en el Cratilo), tendremos la combinación filosófica perfecta para entender la estética de la segunda serie limitada del mercenario bocón dedicada a las matanzas universales: Deadpool: (Classics) Killustrated. Pero antes de comenzar con la crítica de la razón deadpooliana recordemos ahora aquellos versos de Borges a propósito del asunto:

Si (como afirma el griego en el Cratilo)
El nombre es arquetipo de la cosa
En las letras de ‘rosa’ está la rosa
Y todo el Nilo en la palabra ‘Nilo’.

Así que ya los cansé de filosofía y de poesía. “¿Dónde está el review que nos prometiste?” Dirán algunos, desesperados. Aquí va: Una vez más Cullen Bunn hace de las suyas con la historia del mutante más irritante del universo Marvel. ¡Si pensaron que acabar con todos los superhéroes le habría traído paz al hombre de rojo y negro, estaban equivocados, porque no fue así! Y como la maldad de Cullen Bunn no conoce límites, tampoco los conocen Deadpool y sus múltiples personalidades en esta historia que lo enfrenta a los grandes de los grandes: los verdaderos héroes de los clásicos literarios.

Ahora bien, reconozco que en esta ocasión será muy difícil para mí apegarme a mi politica de “spoiler free review”, pero créanme cuando les digo que el libro tiene tantas cosas que mostrar que hacer un recuento de cada una de ellas sería prolongar hasta el delirio este texto. Lo más importante que hay que saber es que, tal como lo habría hecho Alan Moore muchos años atrás (pero de una manera más seria) con su League of Extraordinary Gentlemen, Cullen Bunn apela a nuestra curiosidad de lectores de historias heroicas y nos reta a encontrar no sólo las referencias a cada uno de los clásicos de las novelas de aventuras contra las que atenta, sino a entender cada uno de los chistes que Deadpool hace a propósito de ello. Y estén seguros que hasta para el más avezado de los lectores hará falta un poco más que el tiempo normal de lectura de un cómic.

No haré un listado de las historias, lugares y personajes clásicos que este cómic retrata en sus páginas (descubrirlo se lo dejo a los lectores que, con curiosidad suficiente, podrían también a leer o releer algunas o todas las obras literarias referidas); pero alabaré la destreza con la que Mateo Lolli y Sean Parsons, en lápices y tintas respectivamente, interpretan a cada uno de los actores. Si bien extrañamos la masacre vesánica de su predecesora Deadpool Kills the Marvel Universe, no nos parece ajena la representación de los rostros clásicos en esta forma moderna de arte. Y es que uno de los objetivos de Bunn, así como de Lolli y Parsons, es implantar la idea de que todo superhéroe de capa y spandex tiene su origen en alguna de estas míticas figuras literarias.

Por ello, hay que alabar también el trabajo de Veronica Gandini, que hace que el color de verdad le funcione a esta mini serie; y no se trata de un elogio sin fundamento, pues la colorista lograr crear, por un lado, una atmósfera adecuada para el  Deadpool intrusivo y enojoso, y por otro lado, al mismo tiempo, una caracterización particular para cada obra en la que incurre y a la que transfigura mediante sus matanzas. Vamos, para todos, me parece, será evidente que éste no es trabajo que se haga de plumazo. Por último hablemos de las portadas, a cargo de Mike Del Mundo (y yo no sé si a propósito lo escogieron por su apellido tan sugerente para la serie); yo las prefiero en la versión 2nd printing, que emula aquellas de la serie más popular del mundo anglófono (el equivalente a nuestro Porrúa mexicano pero con mejor calidad y mayor presupuesto): los Penguin Classics.

Si no hubiese tenido la inquietud de explorar con cierto detalle, para ustedes, esta serie de cuatro tomos, bien podría haber dicho que las razones que guían su acción y su desenlace habían quedado expuestas en su totalidad desde el primer párrafo. Pero lo más importante es lo que a ustedes pueda sugerirles; sólo les pido que antes de irnos, le deseemos buena suerte a un tal Holmes mientras intenta hacer resurgir el Nilo a través de su memoria transfigurada en la palabra.

Por ahora me despido, mis queridos marvelitas, esperando que todos ustedes sigan disfrutando, tanto como yo, el Deadpool Month.

Así que, hasta la próxima matanza, old sports!

-L. Gatsby

jueves, 6 de febrero de 2014

Deadpool kills the marvel universe: la matanza que todos habíamos soñado


Detalle de portada de Deadpool kills the marvel universe # 1. Artista: Kaare Andrews

Ya lo había dicho en algún otro lugar, pero recordemos aquella máxima de los críticos acerca de los dos únicos temas sobre los cuales versa la literatura: el amor y la muerte. Y, como podrán imaginar, Deadpool Kills the Marvel universe no tiene nada de amor en ninguna de sus páginas. Sin ánimos de spoilear, este volumen es todo lo que ustedes imaginaron y aún más. Pero no se equivoquen, el mercenario bocón, no anda tras una masacre sin sentido. El lector que se acerca a las páginas de esta historia en desarrollo deberá reunir ciertos requisitos mínimos para disfrutarla:

  • cierta familiaridad con los personajes del universo Marvel (¡Tanto héroes como villanos! Y no se preocupen por las constantes reformulaciones que le han hecho sus nuevos dueños con la era NOW! y la ALL NEW MARVEL NOW!, lo importante es esa noción básica de saber que Sue + Reed + John + Ben = 4 y ese tipo de algoritmos super avanzados del mundo del cómic)
  • nociones básicas de literatura-teatro-cine tales como ‘continuidad’, ‘trama’, ‘historia’ y ‘cuarta pared’ (pero si las desconocen tampoco se apuren mucho, no hay nada que wikipedia y google no puedan resolver en nuestros días. Además, la sangre habla por sí misma en estas cuatro entregas de mini-serie limitada.)
  • ser unos fisgones (y si quieren que explique esto entonces es que necesitan ayuda psicológica, ¡y pronto!)


La verdadera pregunta al acercarse a un cómic cuyo título resume perfectamente su tema sin dejar absolutamente nada a la imaginación es: ¿qué poder oscuro desata la furia vesánica de un personaje que, a todas luces, es una burla de sí mismo y del medio en el que se desarrolla? La respuesta la sugiere Cullen Bunn con pequeños artificios desde las primeras páginas del primer tomo. Disfrazada por salpicaduras rojas, se encuentra una reflexión acerca de su propio papel como escritor-productor, nuestro papel como lectores-consumidores y el juego mediático que surge entre los dos polos así representados. Pero también hay que decirlo: no es el primero que lo ha intentado. El siglo XX, en el ámbito literario, se encuentra repleto de estas reflexiones, encabezadas quizás por el más sonado de los casos sin resolver de todos los tiempos: el de Luigi Pirandello y sus personajes buscones.  Aunque si me lo preguntan, a mí me parece que no hay mejor satisfacción para un escritor que la de jugar con su público de la manera en la que Bunn nos ha engatuzado para comprar estos cuatro breves pero divertidísimos apuntes de muerte y rebelión.

Si bien el dibujo de Dalibor Talajic complementado por los colores de Lee Loughridge no son la revelación del año, tampoco podemos quejarnos. Pues los trazos simples, a veces esquemáticos, de la acción en esta historia ayudan a separarla sanamente de su predecesora The Punisher Kills the Marvel universe, en la que el castigo recae al final sobre el héroe. Y aquí viene el dato curioso acerca del dibujo: en este volumen lo más importante, en lo que hay que detenerse un momento para mirar bien, es en los rostros y en los ojos. No me refiero a que Talajic tenga una gran maestría dibujando expresiones faciales, sino a que para el desarrollo de la argumentación que Bunn ha diseñado es importante que nosotros los lectores podamos distinguir cual es la posición de los rostros. Y cuando escribo esto no me refiero a que el lector deba seguir con dedicada atención cada una de las posiciones de los rostros de los personajes involucrados, sino a que debe descubrir cuál es la posición importante, la que nos dará la clave de todo misterio. Por otro lado, el lector también querrá notar el cambio de paletas de color en las primeras y últimas páginas del volumen. Es decir: en las primeras páginas de la primera entrega y en la última de la cuarta entrega. Aunque es muy sutil, dicho cambio también ha aportado al desarrollo de la trama y la argumentación y es un elemento en el que no debemos olvidar en reparar.

¡Por cierto, casi lo olvido! Si quieren saber qué tan bien cuidada fue la edición de este volumen, échenle un vistazo a las portadas de Kaare Andrews. Aparentemente, tal como sucede con muchos otros cómics en el mercado, la portada no tiene nada que ver con el estilo del dibujo de las páginas interiores, pero, una vez más, en realidad tiene todo que ver: cada detalle grotesco de las mismas nos anuncia los horrores internos. Pero créanme cuando les digo que no se trata de los horrores que ustedes están pensando. Si todo en Deadpool es ironía, entiendan que estas portadas también lo son.

Y bien, no los aburriré más por esta semana. Tan sólo déjenme contarles que con este texto abrimos un nuevo arco en la historia de este blog, ya que por primera vez tomaremos un mes entero para escribir una serie de reseñas, que muy acertadamente estarán dedicadas al mes del amor y la amistad del mercenario bocón, quizás tan sólo para encontrarnos con que él mismo podría estar observándonos en este preciso momento.

Así que hasta las próximas paranoias, old sports!

-The Great Gatsby