En esta nueva entrega de Danger Girl encontramos a Abbey,
Sydney y Sonya en misiones individuales, que acabarán por intersectarse. Esta
división de la historia en tres partes nos permite disfrutar de la interpretación
visual de diferentes artistas sin necesidad de esperar a que aparezca una nueva
mini-serie, lo cual se agradece.
Para aquellos que se acerquen por primera vez al personaje,
hay que decirlo: si estás buscando un cómic con chicas sexy, acción y aventura,
¡este es el libro que deben comprar! Para quienes ya están familiarizados con
Abbey Chase y compañía, encontrarán pocas sorpresas, pero no por ello es menos
recomendable su lectura. La historia de Abbey nos sugiere una intertextualidad
con Indiana Jones (pero claro, Abbey
es la versión femenina y sexy del arqueólogo favorito del celuloide); mientras
que la de Sonya tiene alguna reminiscencia de Dos bribones tras la esmeralda perdida.
El guión está a cargo de Andy Hartnell, co-creador de Danger
Girl; mientras que la otra mente responsable del nacimiento del personaje, J.
Scott Campbell, solamente se dedicó al dibujo de las portadas en colaboración
con Nei Ruffino, como ya se ha hecho costumbre. Hartnell hace un buen trabajo a
pesar de las referencias fílmicas a las que lo ligamos. Aunque la intriga
aparece un poco tarde en la historia, y hasta el tercer número vemos
verdaderamente como comienzan a interrelacionarse los trabajos de las Danger
Girls, en general resulta entretenido y por momentos tiene algunos tintes
cómicos.
Ahora bien, si ustedes, como yo, amaron hace años la versión
de Campbell de Danger Girl, el trazo de John Royle complementado por las tintas
de Phillip Moy promete llevarlos en un viaje al pasado y presentarles una Abbey
Chase muy cercana a aquel personaje de las portadas. Mientras que algunos
consideran que este hecho le resta originalidad al libro, a mí me parece que
funciona maravillosamente por dos razones: la primera, como ya lo dije, tiene
que ver con los lectores asiduos de Danger Girl, y se trata de una apelación a
la nostalgia, a la tradición, por así decirlo. La segunda razón tiene que ver
con los lectores nuevos: si el libro fue diseñado para atraer más público, es
lógico que la editorial haya querido presentarles al personaje con su look
clásico. De una u otra forma, yo disfruté mucho este regreso al pasado, pero
con trazos más finos y cuidados que los de aquel primer Campbell (hay que
reconocerlo).
Por otro lado, la historia de Sydney estuvo a cargo de
Harvey Tolibao. De él agradecemos la precisión y el detalle tanto en personajes
como en escenarios, aunque para ser sinceros falla un poco en cuanto a las
expresiones faciales. La historia de Sonya la dibujó Stephen Molnar, y aunque a
veces abusa del personaje al ponerlo demasiadas veces en posiciones
provocativas, la consistencia de sus trazos hace un buen contrapeso con el de
los otros dos dibujantes.
Mucha de la cohesión de este libro se debe al trabajo de
Rómulo Fajardo, quien tuvo el reto de trabajar con tres artistas diferentes. Lo
cuál se dice más fácil de lo que se logra. La elección de colores y atmósferas
casa adecuadamente con cada tipo de trazo, lo que le da al lector la seguridad
de estar leyendo un solo libro dibujado a seis manos, y no tres libros distintos.
Así que, apresúrense a conseguirlo porque se acaban.
Por esta semana es todo; hasta pronto old sports!
-The Great Gatsby