viernes, 28 de marzo de 2014

Kick-ass: ¡Fanboys del mundo, unidos!


¿Quién de nosotros, lectores de cómics, no ha soñado al menos una vez en su vida con salir a las calles vestido de superhéroe y, enfrentándose con infames criminales y mafiosos poderosos, acabarlos? La ilusión de todo fanboy la lleva Mark Millar hasta sus últimas consecuencias en Kick-Ass, el volumen más controversial del mundo de los cómics en los últimos 5 años. Y cuando digo “hasta sus últimas consecuencias” me refiero a que su protagonista acaba con cada hueso de su cuerpo, roto, y con cada ilusión de su fugaz adolescencia, destrozada; pero también a que los villanos son tan crueles como lo sugieren los noticieros, y a que los policías son tan complacientes como los imaginamos.

Y es que, aceptémoslo, Mark Millar es uno de esos escritores que tiene la capacidad de ser descaradamente cruel con sus lectores y hasta recibir alabanzas por ello. Pues bien, Kick-Ass es una provocación total hacia su público lector. Por un lado, vemos a Dave Lizewski, un adolescente anodino con una vida anodina, tomar el manto del superhéroe. Por otro, sorprendente, encontramos verdaderos campeones de la justicia en Big Daddy y Hit Girl; pero, ¿cuál es su verdadero origen?, ¿cuáles son sus motivaciones? La conclusión de esta fábula sangrienta es que se necesita estar loco para volverse un superhéroe. Se necesita estar loco y también tener un canal de Youtube. Yo no sé ustedes pero el Dave Lizewski que hay en mí dice: “¡Me apunto!”

El trabajo de ilustrar esta épica para fanboys recayó sobre el imprescindible John Romita Jr. Con una vida de trabajo dedicada a la industria (cerca ya de 40 años), esta novela gráfica es la más dinámica, sangrienta y excelente de sus publicaciones. La expresividad de los rostros, sus cambios debido a las deformaciones producidas por la violencia; la elasticidad de los cuerpos, sus órganos esparcidos aquí y allá en la refriega; la forma plana y alargada de los objetos tridimensionales, que le da una sensación de perspectiva distorsionada por momentos; todas estas características, nos hacen pensar en una visión cinematográfica. Visión que, para mi gusto, fue arruinada por los directores de vestuario de la película cuando quisieron hacer a Big Daddy un Batman de fayuca (y cuando escogieron el asqueroso soundtrack que acompaña la cinta).

Completan el equipo creativo Tom Palmer, en las tintas, Dean White, en los colores, y Chris Eliopoulos, en las letras. Y sobre ellos solamente podemos decir que han hecho un gran trabajo cuando vemos la cantidad de sangre y los matices que le dan, así como la fabulosa sensación de asistir a un mundo de líneas donde lo único verdaderamente definido entre el blanco y el negro no es la moralidad de los personajes sino la línea de Palmer, que marca la diferencia entre estar y no estar. Por último, la letra de Eliopoulos contrasta con toda la agitación del cómic. Mientras que el entorno cae, se desmorona, la letra permanece inconmovible; excepto cuando Hit Girl da el golpe de gracia. Entonces tenemos una hermosa splash page coronada con un globo en letras grandes, gordas y rojas que no caben dentro de él.

Kick-Ass, página 5 del número 4. Escritor: Mark Millar. Lápices: John Romita Jr. Tintas: Tom Palmer. Color: Dean White. Letras: Chris Eliopoulos

Claro que setenta y dos años de cómics no pasan de balde. La serie tiene todos los elementos que podemos desear en una buena historia: orígenes secretos, personajes enmascarados, un menor de edad que en lugar de máscara usa un antifaz, espadas japonesas, electroshocks, pandilleros, mafiosos, un mercedes, autos pimpeados, una lluvia de balas sobre los héroes y hasta un gatito en apuros rescatado. Por todo esto que hemos dicho, y más cosas que aún nos faltaría tiempo para exponer, Kick-Ass es la obra maestra de la década.

Así que, de fanboy a fanboys:
Hasta el siguiente intento de combinar spandex y sables, old sports!

-The Great Gatsby

sábado, 22 de marzo de 2014

V for Vendetta, o cómo cambiar al mundo con una cara sonriente


Hay caras que permanecen en la memoria de los pueblos. Caras de tiranos de orgullo serpenteante, de héroes desgastados por el viento y por el hambre. Caras de amantes de memoria persistente, de pérfidos villanos abrazados a la muerte. Me persigue, últimamente en sueños una risa que conocí primero en celuloide. Esa risa permanece en mi memoria con libertad anunciada desde antaño. Y no sólo en la mía, sino en todo el occidente. Ha sido esparcida como símbolo y figura de la libertad tan anhelada del espíritu humano.

 Detalle de interiores de V for Vendetta # 1 (página 14). Escritor: Alan Moore. Artista: David Lloyd. 

Anhelar la libertad desde las artes no es ninguna revolución del intelecto. Anunciarla desde el cómic, en medio de tiempos aciagos, se convirtió en el rasgo distintivo de Alan Moore en los ochentas. Para el lector versado en el arte de construcción de las historias será evidente que esta historia fue escrita en, al menos, dos grandes bloques temporales, entre los cuales medió un tiempo donde el temerario V no tuvo casa debido a complicaciones editoriales y financieras.

Como el propio autor lo ha atestiguado, la primera parte, publicada originalmente en la revista Warrior, adolece todavía de cierta ingenuidad y de una búsqueda de la perfección de las formas literarias. Por otro lado, la segunda, aparecida ya bajo el sello de Vertigo, filial experimental de DC cómics, nos ofrece una historia cuyo artífice ha alcanzado la perfección en sus formas y la madurez en sus ideas. Novela gráfica publicada en diez tomos durante 1988-1989, V for Vendetta es una reflexión acerca de la libertad del espíritu humano en medio de un sistema fascista represor. A veinticinco años de su publicación es alarmante el estado de cosas en el que se encuentra el mundo exterior: tan cercano a la palabra poético-profética del más excéntrico de los escritores ingleses, tan lejano de la libertad tan anhelada.

En la historia de la creación de este clásico no debemos olvidar al artífice de los símbolos que participó con Moore en la creación de una leyenda: David Lloyd. Ningún otro artista del cómic puede jactarse, como él, de que su obra sea conocida por todo el globo aún por gente que ni siquiera sabe qué es una novela gráfica. Su diseño de la máscara de Guy Fawkes, aquel héroe olvidado de las rebeliones, le ha dado tantas vueltas al globo como redes satelitales se tienden entre los países y los televisores. Su maestría con el manejo de claroscuros no se ve opacada por las limitaciones técnicas de su época.

Para aquellos de ustedes interesados en las verdaderas obras de arte de nuestro tiempo (y no en esas discusiones sin sentido que se dan en la mayoría de los museos de arte contemporáneo), tengan la seguridad de que al leer V for vendetta están siendo testigos de la maestría a la que podemos aspirar en la reflexión y construcción del verdadero arte. Uno con compromisos sociales que van más allá de la satisfacción personal del propio artista o de la ganancia millonaria para una corporación.

En la tendencia que tenemos a institucionalizar los grupos y las acciones, hemos visto las masas de protesta alrededor del globo vestirse con la máscara sonriente de Guy Fawkes. Que cada uno de ustedes, si no en lo físico, al menos en lo interior de su espíritu, encuentren también un camino a la libertad en las páginas de esta historia.

“Now hush. There’s more…”, old sports!

-The Great Gatsby

lunes, 10 de marzo de 2014

Miracleman: Joyas redescubiertas


Hace 30 años Marvel Comics UK peleaba con los editores de la revista Warrior, en el Reino Unido, porque, según ellos, se había utilizado El Nombre para sacar ventaja en las ventas de una publicación que se titulaba Marvelman Special Number One. Resulta que, a partir de la década de 1970, la Casa de las ideas era dueña de los derechos de la palabra “marvel” (sigo pensando que es una gran estupidez, si me lo preguntan) en todas sus formas publicables en el Reino Unido.  Debido a este inconveniente legal, un multipremiado superhéroe británico de la década de 1950 tuvo que cambiar de nombre a Miracleman. Irónicamente, a comienzos de este año, Marvel Comics comenzó a reimprimir la serie después de haber adquirido los derechos en 2009.

Escrito originalmente por Mick Anglo, uno de los creadores de cómic más influyentes del Reino Unido en la década de los cincuentas, Marvelman/Miracleman no ofrecía demasiada originalidad en cuanto a la creación del personaje, pues había nacido como un sustituto del Capitán Marvel. Los héroes eran tan parecidos que el personaje creado por Anglo debía decir una palabra mágica que le confería acceso a sus poderes. El giro de interés estaba en que no se trataba de un mágico poder arcano y desconocido, sino de un poder bastante popular a mediados del siglo XX: el poder atómico. Podríamos hablar acerca de cómo este cómic de mediados de siglo reflejaba la necesidad que la humanidad tenía de comprender la vastedad y las limitaciones de la energía atómica; pero eso es más bien tema para un trabajo de investigación. Lo que resulta verdaderamente importante es que, después de caer en el olvido con el fin de sus publicaciones alrededor de 1963, el superhéroe anduvo desvaneciéndose en el imaginario de la cultura del cómic hasta el inicio de los ochentas cuando, en la reciente creada revista Warrior, un joven escritor británico contó la historia de su renacer. Se trataba del oscuro y genial Alan Moore. Entonces Marvel/Miracle-man volvió a figurar en el mapa, ¡y de qué manera!

El producto que los lectores pueden ya tener en sus manos, después de una escasez casi absoluta que duró algo así como 30 años de espera, no es una simple reimpresión de la que Marvel obtendría mucho dinero. Se trata de la mejor de las reimpresiones de esta historia. Básicamente lo único que la compañía se ha molestado en modificar es el trabajo de color. Y por esto, muchos fanáticos del héroe del Kimota!, estaban ansiosos. Porque ya se sabe que un mal trabajo de color puede arruinar hasta los magníficos dibujos de DaVinci. Pero después de hacer un comparativo entre el trabajo en blanco y negro, publicado originalmente por Warrior (no, muchachos, no soy TAN rico e influyente… con un poco de paciencia, realmente muy poco, pueden ustedes encontrar versiones digitales de todo el material original), el trabajo de color de las editoriales en la década de los ochentas (con todo y sus limitadas técnicas para colorear) y el producto que ahora nos presenta Marvel, puedo decirles sin temor a equivocarme que esta es la mejor reimpresión de la historia. 

Para los que todavía no saben de qué va toda la alharaca por el relanzamiento de este clásico del cómic de los ochentas, debería bastarles con saber que la serie, como todas las de Moore, aborda el problema de la humanidad del superhéroe, a través de la deconstrucción del mismo. Es decir, es un verdadero ejemplo de literatura posmoderna que influenció el resto de las historias de superhéroes desde aquellos días y hasta hoy. Pero no solamente se trata de una joya vintage que los pequeños infantes de los ochentas mueren por atrapar y encapsular, sino que se trata de un ejercicio de memoria, de esos que son bien útiles en la historia de todas las cosas humanas, al que le hemos añadido lo mejor del color digital y de la investigación detectivesca sobre sus fuentes.  

De modo que, al menos los primeros tres números son una delicia para el lector. Pues nos enseñan que el mundo ha cambiado muy poco en los últimos treinta años; pero que esos cambios (como las técnicas de color, que ahora pueden ser generadas por computadora) nos han permitido vivir un día más, aunque sea tan solo para poder salir y hacer lo que el niñito de aquel memorable panel del Miracleman # 1 hace: simplemente andar correteando por ahí absorbiendo radiación. Creo, firmemente que, como en aquella explosión de poder que envuelve al simple humano para convertirlo en héroe indestructible, después de leer esta serie se apoderará de nosotros la luz de la razón y la curiosidad, y entenderemos mejor nuestro deseo de convertirnos en hombres milagro.



1er y 2o panel de la página 26 de Miracleman # 1 (Marvel Comics, 2014). Artista: Garry Leach; Color: Steve Oliff; Letras: Chris Eliopoulos; Restauración de arte: Michael Kelleher y Kellustration con Garry Leach; Historia: "El escritor original" 

Hasta el próximo estallido radioactivo, old sports!

-The Great Gatsby