¿Quién de nosotros, lectores de cómics, no ha soñado al menos
una vez en su vida con salir a las calles vestido de superhéroe y,
enfrentándose con infames criminales y mafiosos poderosos, acabarlos? La ilusión
de todo fanboy la lleva Mark Millar hasta sus últimas consecuencias en Kick-Ass, el volumen más controversial
del mundo de los cómics en los últimos 5 años. Y cuando digo “hasta sus últimas
consecuencias” me refiero a que su protagonista acaba con cada hueso de su
cuerpo, roto, y con cada ilusión de su fugaz adolescencia, destrozada; pero
también a que los villanos son tan crueles como lo sugieren los noticieros, y a
que los policías son tan complacientes como los imaginamos.
Y es que, aceptémoslo, Mark Millar es uno de esos escritores
que tiene la capacidad de ser descaradamente cruel con sus lectores y hasta
recibir alabanzas por ello. Pues bien, Kick-Ass
es una provocación total hacia su público lector. Por un lado, vemos a Dave
Lizewski, un adolescente anodino con una vida anodina, tomar el manto del
superhéroe. Por otro, sorprendente, encontramos verdaderos campeones de la justicia
en Big Daddy y Hit Girl; pero, ¿cuál es su verdadero origen?, ¿cuáles son sus
motivaciones? La conclusión de esta fábula sangrienta es que se necesita estar
loco para volverse un superhéroe. Se necesita estar loco y también tener un
canal de Youtube. Yo no sé ustedes pero el Dave Lizewski que hay en mí dice:
“¡Me apunto!”
El trabajo de ilustrar esta épica
para fanboys recayó sobre el imprescindible John Romita Jr. Con una vida de
trabajo dedicada a la industria (cerca ya de 40 años), esta novela gráfica es
la más dinámica, sangrienta y excelente de sus publicaciones. La expresividad
de los rostros, sus cambios debido a las deformaciones producidas por la
violencia; la elasticidad de los cuerpos, sus órganos esparcidos aquí y allá en
la refriega; la forma plana y alargada de los objetos tridimensionales, que le
da una sensación de perspectiva distorsionada por momentos; todas estas características,
nos hacen pensar en una visión cinematográfica. Visión que, para mi gusto, fue
arruinada por los directores de vestuario de la película cuando quisieron hacer
a Big Daddy un Batman de fayuca (y cuando escogieron el asqueroso soundtrack que
acompaña la cinta).
Completan el equipo creativo Tom
Palmer, en las tintas, Dean White, en los colores, y Chris Eliopoulos, en las
letras. Y sobre ellos solamente podemos decir que han hecho un gran trabajo
cuando vemos la cantidad de sangre y los matices que le dan, así como la
fabulosa sensación de asistir a un mundo de líneas donde lo único
verdaderamente definido entre el blanco y el negro no es la moralidad de los
personajes sino la línea de Palmer, que marca la diferencia entre estar y no
estar. Por último, la letra de Eliopoulos contrasta con toda la agitación del
cómic. Mientras que el entorno cae, se desmorona, la letra permanece
inconmovible; excepto cuando Hit Girl da el golpe de gracia. Entonces tenemos
una hermosa splash page coronada con
un globo en letras grandes, gordas y rojas que no caben dentro de él.
Kick-Ass, página 5 del número 4. Escritor: Mark Millar. Lápices: John Romita Jr. Tintas: Tom Palmer. Color: Dean White. Letras: Chris Eliopoulos
Claro que setenta y dos años de
cómics no pasan de balde. La serie tiene todos los elementos que podemos desear
en una buena historia: orígenes secretos, personajes enmascarados, un menor de
edad que en lugar de máscara usa un antifaz, espadas japonesas, electroshocks,
pandilleros, mafiosos, un mercedes, autos pimpeados, una lluvia de balas sobre
los héroes y hasta un gatito en apuros rescatado. Por todo esto que hemos
dicho, y más cosas que aún nos faltaría tiempo para exponer, Kick-Ass es la obra maestra de la década.
Así que, de fanboy a fanboys:
Hasta el siguiente intento de
combinar spandex y sables, old sports!
-The Great Gatsby